“Dios nuestro Señor quiera que salgan bien las Hermanas y las niñas de
los exámenes, pues estoy con cuidado por todo.
Hoy recibo carta de Coca, y me dice la M. Francisca que no tiene nada,
ni un céntimo”
Hoy se
presenta lo cercano, lo del día a día. La preocupación por lo que roza en cada
momento, por lo que ocupa la cabeza. Y ante este panorama que presenta la M.
Cándida ¿qué?.
“Había una vez un violinista de fama mundial,
estaba incapacitado por la polio, pero era genial. Fue invitado a dar un
concierto de violín a personas de exquisito gusto musical en la ciudad de Nueva
York. Cuando estaba ya sobre el escenario y a punto de comenzar el concierto,
de pronto, una cuerda de su violín se rompió. El violinista no tenía repuesto
de violín ni de cuerdas. Las personas del auditorio pensaron que el concierto
era ya un fracaso y comenzaron los murmullos y los comentarios. Pero el
violinista se concentró por unos momentos, pensó sobre las posibles
combinaciones de sonidos y del uso de las tres cuerdas restantes y cuando tuvo
en su mente hecha la nueva composición de la partitura, dio órdenes al director
para comenzar. Para sorpresa de todos los asistentes el concierto fue un éxito
y el público cerró la actuación con un interminable aplauso. El violinista
pidió silencio y dijo: Como ustedes han podido ver la tarea de artista es hacer
arte con lo que queda”. ¡Cómo me gustan los cuentos de este tipo¡ ¡Cómo me
gustaría que no se perdiese el hábito de crear ilusión con los cuentos¡ ¡Cómo
se aprende de ellos!
Quiero dar las
gracias a Ángel Becerril por recordarme este cuento.
Cuantas veces
tocaría la M. Cándida el violín con tres cuerdas
Y sigue comentando Ángel: Mi tarea es hacer arte con este sector de la sociedad que me queda, sin
lamentarme por no tener personas de grandes talentos. Tengo que dar el concierto
con un violín de tres cuerdas. Si el concierto fracasa, mi tentación es echar
la culpa a las tres cuerdas que me quedaron. Pero las cuerdas no tienen la
culpa. Es el artista quien debe concentrarse y buscar el camino para que sus
dedos produzcan, con esas tres cuerdas que quedaron, la obra artística. Esta y
no otra es mi misión.
Qué razón
tienes Ángel, esta es tu misión allá por Tailandia y esa misma misión es la mía
en el colegio donde trabajo, y esa misma misión fue la de la M. Cándida allá
por 1871 en Salamanca, y esa misma misión es la de todos nosotros con nuestros
alumnos, amigos, hermanos.
Y cierra Ángel
con el comentario sobre el concierto de San Pablo a los Corintios. Si alguien
quiere disfrutar del mismo, lo puede escuchar en 1 Cor. 1,26-27.
Y cierro,
recordando que en este concierto de la vida, el viernes 4 de mayo, D. m., le
hacen el trasplante de médula a Manolo. Nos uniremos en la oración alrededor de
la M. Cándida y como dice la frase del mes de mayo del calendario del colegio
de Murcia: bajo la protección de la Purísima Virgen María.













































