17 junio 2016

Viviremos en ciudades camaleónicas




Si cae una lluvia torrencial y un parque se inunda, el cuento se ha acabado. Los niños a sus casas, la arena enfangada y unos charcos que pueden parecer lagunas. O no. Si ese parque pudiera mutar como un camaleón, si pudiera adaptarse a los avatares climáticos, ese chaparrón le vendría hasta bien. Se formarían lagunas en las que crecería vegetación propia y brotaría una flora específica de humedal. Incluso alguna mente osada aventuraría nuevos juegos acuáticos. El ejemplo, expuesto en el Foro de las Ciudades organizado por IFEMA, es una muestra de un trabajo real y una señal de cómo las ciudades y sus espacios se diseñan, cada vez más, para ser moldeables. Para ser resilientes.

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