Que el Papa Francisco escriba una encíclica sobre ecología
no es más que la consecuencia lógica de décadas de reflexión que han
ido calando también en la conciencia de los cristianos. Y con 'Laudato
Si' (LS) -que significa "Alabado seas", recordando el inicio del Cántico
de las criaturas de Francisco de Asís - la Iglesia responde a los
nuevos signos de los tiempos para ofrecer una palabra, desde el horizonte de la esperanza cristiana, sobre las urgentes y complejas problemáticas socio-ambientales que caracterizan nuestra época.
En el mundo de hoy no podemos hablar de problemas sociales y
de problemas ecológicos por separado, de la misma manera que no podemos
hablar de cuestiones económicas sin hablar de cuestiones políticas.
Ésta es una de principales contribuciones de la encíclica, que trata de
ofrecer una mirada sapiencial que muestre las interrelaciones entre estos grandes desafíos de la humanidad, así como sus inevitables implicaciones éticas.
La clásica "cuestión social" -que movió a León XIII a escribir 'Rerum
Novarum' a finales del siglo XIX e iniciar un peculiar modo de reflexión
católico conocido como Magisterio Social de la Iglesia- se ha
transformado -a medida que hemos tomado conciencia de la extensión,
profundidad y velocidad de las transformaciones planetarias de las
últimas décadas- en una única "cuestión eco-social". Y
con esta encíclica, el prefijo "eco" no puede ser una moda pasajera o
una operación de maquillaje para congraciarse con los movimientos
verdes. Sino que responde en profundidad a una verdadera revolución
interna en lo que tiene de nueva toma de conciencia y ampliación de
miras de la Iglesia.
Por Jaime Tatay sj
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