10 agosto 2015

¡Somos personas, no animales!

Al anochecer en el Paso de Calais un grupo de emigrantes se quema las yemas de los dedos con hierro al rojo vivo, para eliminar el rastro de sus huellas dactilares. Así no serán identificados y por lo tanto excluidos por las autoridades europeas. Recuerdo la escena como si fuera hoy mismo, cuando la vi en la película documental (¡impresionannnte!) “Qu’ils reposent en révolte” de Sylvian George sobre el  desalojo de Calais del año 2009 y leí la excelente crítica de Sergio Fernández.  La he vuelto a leer al hilo de la tragedia de estos días en el paso del Canal de la Mancha.
Tras la lectura que contextualiza, veo de cerca las imágenes de los recientes sucesos de expulsión de migrantes en el Paso de Calais en la autopista, que enlaza Francia e Inglaterra a través del Canal de la Mancha. En ellas se observaban unas sombras sigilosas agarradas de manera inverosímil a no sé dónde del techo de un gran camión que entraba en el túnel. En esta lucha por la libertad, el techo del camión es la herramienta para encontrar otro techo (que proteja), un trabajo, una tierra y un pan con dignidad. Ya han muerto nueve inmigrantes desde junio de este año. Y cerca de 600 niños –por los mil medios que la creatividad humana encuentra para atravesar el Canal- han solicitado refugio desde enero de este año. Tres veces más que el año pasado.
Por José Luis Pinilla sj

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