Como dijo Aristóteles, somos animales sociales. Convivir es
vivir junto con los demás, una realidad que nuestros hijos van a tener
que aprender para ser felices. Naturalmente, en esta convivencia se
generarán conflictos que, si gestionamos bien (o enseñamos a nuestros
hijos a gestionar bien) pueden ser una oportunidad para crecer y
mejorar, negociar y llegar a acuerdos y soluciones.
Educar para la convivencia implica enseñar a escuchar, a manifestar
de manera respetuosa nuestro punto de vista, a ponerse en el lugar de
los demás, a negociar, a llegar a acuerdos y a gestionar los conflictos
de manera no violenta y respetuosa. La convivencia es una enseñanza
fundamental en nuestra vida porque, como nos cuenta Marisa Moya en una entrevista que publicamos aquí: “sentirse tenido en cuenta e importante para tus allegados es la finalidad de todos los seres humanos, sobre todo en los niños y más que nunca en la edad temprana, que es cuando se forjan los cimientos de la individualidad. La conexión es crucial en todas las relaciones educativas”.
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