14 junio 2015

Atrapados en la estación central de Milán

Un hombre de mediana edad, traje de chaqueta y maletín, sube por la escalera mecánica de la majestuosa estación central de Milán. Viene de una ciudad ordenada y moderna, orgullosa de albergar una Exposición Universal dedicada a la alimentación, y se dirige al andén de los trenes de alta velocidad que lo conectarán con las principales ciudades de Italia. Ante su mirada aparece de pronto un paisaje inesperado que, a tenor de su expresión, lo perturba: dos centenares de africanos –la mayoría hombres jóvenes, pero también mujeres y niños que dormitan o juegan con las palomas— se desparraman sobre un gran zaguán de mármol. Tras salir de su asombro, el hombre se acerca a una de las tiendas de la estación y compra varios paquetes de galletas. Cuando regresa y los ofrece, los refugiados se abalanzan sobre él como en una de esas imágenes que de vez en cuando traen los telediarios desde las peores hambrunas. Con lágrimas en los ojos, el hombre del traje de chaqueta y el maletín exclama: “¡No esperaba que fuera así, no esperaba que fuera así!”.
Fabio Pasiani observa la escena y dice: “En realidad, nadie espera que sea así”. La tecnología que ha logrado que cualquiera, desde su teléfono móvil, pueda enterarse al segundo del último desembarco en Lampedusa, aún naufraga cuando se trata de contextualizar, o de luchar contra los lugares comunes, o de desbaratar la demagogia en un asunto tan sensible como la inmigración. La distancia a veces insalvable entre cualquier palabra escrita en el móvil —hambre, miedo, desesperación— y su representación real en un puerto de Sicilia o, ahora, en la estación de Milán. “Te pongo un ejemplo”, dice Pasiani, responsable de la asociación Proyecto Arca, “de los 64.000 refugiados o inmigrantes que han pasado por Milán en los últimos dos años, solo 200 o 300 han pedido ser acogidos. O lo que es lo mismo, el 99,9% solo utiliza Milán como destino hacia el norte de Europa. ¿Por qué se dice entonces que son una amenaza para Italia?”.
Por Pablo Ordaz

No hay comentarios: