Carta nº 277 Mayo
1904
“En fin, aquel nos adelantó en el camino; pidamos por él”
¡Como la vida
misma! Es lo primero que me vino a la cabeza al leer la perla de la carta 277 y
encontrarnos en la puerta de la semana donde celebramos el nacimiento de la M.
Cándida. Entre el 25 y el 31 tendremos el recuerdo por alguien que se ha marchado y el recuerdo
por alguien que nació. ¡Como la vida misma!
Pero
me quedo con la VIDA que hay detrás de estos dos acontecimientos, me quedo con
la esperanza que generan, a pesar del dolor en ambos casos. Me quedo con mirar
más allá de los meros acontecimientos. Y por eso doy gracias por tener estas
gafas, por poder mirar con estos ojos, por descubrir que por debajo de los
acontecimientos siempre está Dios como Padre.
Hoy
iniciamos lo que podríamos llamar la Semana Grande que acabará, en muchos
colegios, con las celebraciones del viernes 29. Nosotros celebraremos nuestra
tradicional Misa huertana, donde los cantos de la huerta de Murcia se unirán a
las palabras de la Eucaristía. Y por si nos faltaba algo, tendremos por la
tarde la Graduación de los alumnos de 2º de Bachillerato donde además de las
palabras, les entregaremos el pin del IHS para que lo tengan como recuerdo de
los valores que han ido aprendiendo durante su paso por el Colegio.
Probablemente algunos de estos pin se queden en el rincón de algún cajón de
cualquier mueble. No importa. Quizá otros pasen de mano en mano y alguien,
alguna vez, se pregunte ¿qué es esto? Espero que alguien le pueda explicar un
poco lo que significa. Y quizá otros se
guarden con el mismo cariño con el que los entregamos y algún día hijos y
padres puedan hablar de lo que significó para ellos su Colegio y lo que allí aprendieron,
pero sobre todo, que aprendieron a ser buenas personas y a dar lo máximo de
ellos mismos desde la alegría del Evangelio, escrita por las palabras de una
mujer que entendió que la educación es la herramienta más valiosa para estar
cerca de las personas y llevar a Jesús de Nazaret a ellas.
Hoy
le quiero dar una vuelta a la perla y sin llegar al final de su sentido, me
quiero quedar en pedir por todos aquellos que nos adelantaron en el camino y
siguen con nosotros. Sin olvidar por supuesto a los que ya nos esperan un poco
“más allá”. Quiero pedir por todas aquellas Hijas de Jesús que entregaron su
vida a educar en los colegios a personas que pudieran transformar el mundo. A
todos los compañeros laicos que entregaron lo mejor de ellos para compartí
misión desde su propia identidad. A todos los que dejaron su juventud y su
madurez en los pasillos, patios y aulas de tantos colegios. A todos, mi oración
y agradecimiento. Porque, al final de todo, lo nuestro ha sido y es,
sembrar.
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