6.53 am. El aroma a café de puchero viaja desde los
termos al interior de la tienda de campaña, anunciando la llegada de un
nuevo día. Mientras, los primeros rayos del sol se filtran entre los
edificios de oficinas, aún desiertos. Es septiembre de 1994 y el Paseo
de la Castellana está tomado por una acampada multitudinaria que reclama
que un insignificante 0,7% de la renta nacional bruta se destine a Ayuda Oficial al Desarrollo, en lo que se convertiría en una movilización social sin precedentes que cambiaría para siempre la historia del activismo y de la cooperación española.
Han pasado veinte años y el panorama es
radicalmente distinto. Hoy los españoles poseemos 1,2 teléfonos móviles
por cabeza y en el país existen 8 millones de cuentas de twitter y más
de 18 millones de perfiles de Facebook. La manera de relacionarse ha
cambiado. La manera de hacer la compra, buscar trabajo o leer las
noticias ha cambiado. Y, cómo no, la manera de hacer activismo también
ha cambiado.
Por Zinnia Quirós
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