Tenía 69 años recién cumplidos, una mujer de la edad primera, tres
hijos, tres nietos, dos pulmones comidos por el cáncer, el candado de la
morfina, los días contados y ningún miedo.
Ningún miedo a derrumbarse.
Ni a las despedidas.
Ni a hablar de su muerte después de muerto.
A lo largo de dos semanas, este periódico ha recabado el testimonio de Antonio Segura Cabral,
un enfermo terminal en cuidados paliativos que sabía que se estaba
muriendo y decidió romper un tabú: el de hablar de la muerte en España.
No busquen lágrimas en su relato. Ni escenas de agonía. Ni estertores
íntimos. Sólo a un hombre incalculable. Desgranando un testamento ético
por vez primera en un periódico.
-¿Nos vemos el lunes, Antonio?
-Yo creo que no.
-Bueno, te llamo antes de venir.
Por Pedro Simón
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