Carta nº 330 Diciembre
1906
“Gracias a Dios por todo y sea para su mayor gloria”
Siempre
es un buen día para dar gracias. Hoy es un buen día para compartir y agradecer
o para agradecer y compartir.
Y
hoy doy gracias a Dios porque voy a ser, D. m., abuelo. Mi hija Marta está
embarazada y nos han llenado la casa y la familia de una alegría nueva, de una
esperanza diferente, de unos valores renovados y de mucha ilusión. Y es un buen
espacio para agradecer, para dar gracias a Dios por todo lo que estamos
viviendo en estos momentos.
También
para compartir con todos aquellos que quiero, con todos mis amigos con los que
tanto comparto mi vida y con todos los que nos cruzamos por al camino de la
vida.
Me
quedo también con la segunda parte de la perla. La M. Cándida pone toda su
confianza en Dios y todo lo que hace es para dar gloria a Él. Pues desde ahí lo
expreso, desde su voluntad, lo cual no quita que cada vez que brindamos pidamos
mucha salud para el niño/a que viene de camino. Y cuando esto se pide así es
porque creemos que, como dice el salmo 120, el auxilio me viene del Señor y nos
guarda de todo mal.
Hoy
tengo muchos motivos para dar gracias a Dios, pero también quiero dar gracias
cuando no tenga motivos, cuando la sombra haga que parezca que esa forma es la
natural. Dios siempre estará ahí y eso es lo importante, eso es lo que me llevara
a entender muchas cosas difíciles o aparentemente incomprensibles.
La
petición es obvia: vuestras oraciones para nuestro futuro nieto/a. Porque somos
de los que creemos en la fuerza de la oración, en los frutos de la oración y en
la realidad de estar unidos por este vínculo.
Hoy
las palabras se vuelven emoción y eso es difícil de teclear, pero los que me
conocéis sabéis de lo que hablo.
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