Carta nº 329 Diciembre
1906
“… imitando aquella humildad que tanto la engrandeció (Virgen María) a
los ojos de Dios”
La
humildad engrandece a las personas delante de Dios. ¡Qué buena respuesta para
quien pregunte alguna vez para qué sirve la humildad! Yo creo que es el primer
escalón para acercarse a Dios y a las demás, porque si la quitas de tu vida lo
que logras es aislarte cada vez más y alejarte cada vez más de Dios y de los
demás.
Es
una de las virtudes necesarias para crecer y para crecer adecuadamente. Además,
llega a ser un buen regulador de tu vida y algo valioso, porque si la pierdes,
te pierdes.
A
veces se llega a confundir con la falta de carácter, pero creo que no tiene
mucho que ver. Conozco a personas con carácter y que son sencillas y humildes y
al revés también. Es una de esas virtudes que debes cuidar ya que siempre están
es ese hilo fino que se puede quebrar y la vida te va poniendo pruebas para ver
hasta dónde estás dispuesto a cambiar, hasta dónde estás dispuesto a perder. Y
cuando la pierdes, repito, te pierdes.
Hay
muchos faros que nos han dado esa luz clara durante su vida. Uno de los que me
viene a la cabeza en primer lugar es la Madre Teresa de Calcuta. Y si me
remonto unos años antes no puedo dejar de imaginar a la M. Cándida como ejemplo
de persona sencilla y humilde, entendiendo como de Dios todo el crecimiento de
aquella obra nacida en Salamanca. Hoy el Papa Francisco es un buen ejemplo se
sencillez y humildad.
Hay
gente empeñada en hacerse grande, cuyo único objetivo en la vida es hacerse
importante y grande pasando por lo que haya que pasar, haciendo lo que haya que
hacer, y al final ni llegan y si llegan, llegan solos y preguntándose para qué.
Y hay gente humilde haciendo sencillamente aquello que le toca hacer, con
cercanía, y son los demás los que los hacen importantes.
Una
característica (que podría ser también virtud) asociada a la humildad, es la
alegría. Recordad personas, pensad en ellas durante un tiempo. Seleccionad dos
o tres. ¡Qué casualidad! Cuanto más humildes, más alegres. Y todavía hay gente
perdida por ahí buscando ser feliz.
Ser
humilde conlleva alegría y felicidad, y sobre todo hacerse grande a los ojos de
Dios, que es lo que vale. Gracias de nuevo M. Cándida por seguir abriéndome los
ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario