16 mayo 2016

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 317

Carta nº 317      Mayo 1906
“Esto es, hija mía, lo que debemos procurar, para que después de esta vida podamos cantar las eternas alabanzas en el cielo, y allí estemos reunidos para no separarnos jamás”

            Me quedo con la frase “lo que debemos procurar”. Y me quedo con esta primera parte de la perla sin dejar de tener en cuenta que la segunda es tan importante como la primera. El “después” es importante, pero no tiene mucho sentido sin el antes, y en esto entra “lo que debemos procurar”.

            ¿Qué es, M. Cándida, lo que debemos procurar? ¿Qué es lo que debemos hacer? ¿Dónde podemos mirar ese guion? Y muchas más preguntas que le haría sentados en algún rincón de cualquier colegio. ¡Lo que me gustaría poder hacerlo! Son muchos los ratos que hemos hablado de esta forma (perlas y cartas), que en definitiva no es más que un diálogo constructivo, y digo bien, diálogo. Vivimos momentos de incertidumbres educativas (sinceramente como tantos otros en otras épocas), momentos de tensiones provocadas por muchos interesados en incendiar las trincheras de concertados y públicos. Vaya tiempo perdido, vaya idioteces. Hay que defender lo que creemos, hay que reivindicar lo que pensamos, pero que no se nos vaya de la mano con el enfrentamientos entre religiosos y ateos, públicos o concertados, blancos o negros, altos o bajos; no tiene sentido.

            ¿Qué es, M. Cándida, lo que debemos procurar? No es fácil. Pero está escrito y tú lo leíste igual que nosotros lo leemos ahora. Otra cosa es entenderlo y querer seguirlo. Se trata de una buena noticia para todos, que excluye a quienes se sienten privilegiados por el hecho de ser de la familia, que busca cuidar a los más pobres, dando igual el tipo de pobreza que sea, que no aísla a nadie por ninguna razón, que hace que entregar la vida a ese proyecto sólo traiga felicidad. Perdón, que todavía no lo he escrito: es el evangelio.

            Ese evangelio que habla de hoy y de mañana, que nos marca lo que debemos hacer hoy y nos dice que mañana “estaremos todos reunidos para no separarnos jamás”. ¡Qué sencillo entender y qué difícil  hacer! ¡Qué fácil es entender que lo importante es la unidad y qué difícil es ponerla por encima de otros intereses!



            Busquemos la unidad, esa que nace de la fuerza de Pentecostés, esa que hace que lo tuyo sea importante hasta que descubres que no es tan bueno dejar personas por el camino, esa fuerza que anuncia y respeta la libertad de los demás. Y todo esto, repito, es evangelio, es noticia que salva y hace feliz. Y esto es lo que quiero procurar. El “después” es de Dios.


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