26 abril 2016

Buenos, malos y pecado original

A nuestra mente le gusta pensar la vida social en términos de buenos y malos. Sea la política, la economía, la ecología, la cultura, la etnia… hacemos una narración de buenos y malos y, a continuación, por supuesto, nos situamos del lado de los buenos. Poca gente dice sin ironía: “los malos son tales, entre ellos yo”.
Esto se aplica sobre todo a las relaciones impersonales. Cuando se trata de relaciones cara a cara, la cosa cambia y suele ser mucho más matizada. Todos conocemos personas que pertenecen a algún grupo “de nuestros malos” con los que, sin embargo, nos llevamos muy bien.
El patrón mental de buenos y malos es conocido por quienes buscan nuestra adhesión política para construir su poder. El recurso más obvio es pintar al competidor como malo (denunciarlo, desenmascararlo), de manera que, por contraposición, uno sea el bueno en la narración. El espectador, o sea nosotros, deberá ponerse obviamente del lado de los buenos.

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