11 enero 2016

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA 299

Carta nº 299     Octubre 1905
“Esto nos enseña y aconseja que vivamos de manera que a la hora en que Dios nos llame, nos hallemos dispuestos…”

            Con casi un año por delante la M. Cándida nos anima a VIVIR de forma que nuestra vida sea al final como Dios quiere que sea, dicho de otra forma, que nuestra vida esté en condiciones de ser llamada en cualquier momento. Estar dispuestos siempre es muy difícil, pero estar dispuesto la mayor parte de nuestra vida es algo a lo que debemos aspirar. Se trata de intentar estar conectados con una forma de ser, hacer y vivir que no nos importe ni el día ni la hora.
 
            Con casi un año por delante se nos presentan oportunidades para cambiar lo que hasta ahora hacíamos y que no nos convencía del todo. Bendita oportunidad. Todos estamos cercanos a las noticias del fallecimiento de cualquier amigo o conocido que muere de repente. Y es ahí donde nos planteamos cambiar nuestras prioridades, nos ponemos serios para poner en orden lo principal y que lo secundario no sea principal. Esto, incluso lo comentamos con  nuestros amigos alrededor de un café. Y qué triste es reconocer que conforme pasan los días se nos olvida todo y volvemos a enfadarnos por tonterías, y volvemos a desperdiciar los momentos importantes. Debemos buscar lo sencillo y debemos buscarlo porque esto es lo que realmente nos hace felices. Sería algo así como lo que hace feliz a los niños cuando reciben los regalos de los Reyes.

            “Un amigo oriental me aconsejó el poner en práctica el principio del gran pensador chino Chuang Tzu. Se trata del principio de “las tres por la mañana”. ¿En qué consiste el principio de las “tres por la mañana”?
            Un entrenador de monos dijo un día a sus monos:
-         A partir de hoy las cestas de castañas se repartirán en la siguiente medida: tres por la mañana y cuatro por la tarde.
Los monos mostraron su total desacuerdo ante tal decisión. Visto lo cual, el entrenador dijo:
- “Pues bien, la ración de la mañana será de cuatro cestas y la de la tarde de tres”
Los monos aceptaron con agrado la segunda proposición.
            Dime, amigo, lo que me enseñas con ese principio de “tres por la mañana”.
            Y el amigo me ayudó a comprender que, cuando mis razonamientos no coinciden con los de mi interlocutor, pienso que el otro es “irracional” en sus propuestas. El entrenador, en cambio, fue flexible, alteró sus planes e introdujo unos cambios accidentales que no variaban la cantidad de castañas. Aparentemente engañó a los monos. En realidad, lo que hizo fue salir a su encuentro, sintonizando con ellos. Las relaciones entre ambos dialogantes eran más importantes que las castañas. No perdió tiempo insistiendo en que los monos fueran razonables y aceptaran la primera proposición”

            Vivamos de manera que las cantidad de castañas sean lo secundario.


           

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