09 noviembre 2015

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 290

Carta nº  290    Enero 1905

“… que el Señor le conceda terminar el año comenzado con felicidad,… dando buen ejemplo y haciendo todas las cosas con rectitud  de intención, a mayor gloria de Dios”.

            Aunque aún quedan dos meses para acabar el año, hago propias las palabras de la M. Cándida para que acabemos este 2015 con felicidad. Hasta aquí todo normal. Pero ¿Qué significa felicidad? Hay que seguir leyendo esta carta y descubrir el significado real de estas palabras. Entre todo, destaco “dando buen ejemplo” y “rectitud de intención”. Y, lógicamente, como siempre, para mayor gloria de Dios, que es el importante en todo este asunto.

            Dar buen ejemplo no es nada fácil y es, por otra parte, fundamental. El Evangelio nos habla de esto en varias ocasiones y de diferentes formas. Pero sin ir más lejos, ayer nos contaba una historia del aparentar y del ser, de cómo hay que dar ejemplo de lo que eres y de cómo vives. Muchas veces nos preguntamos por qué este maestro o maestra es tan bueno, cuando quizá nos es tan bueno técnicamente. Pues la respuesta está en esa coincidencia de su hacer con su ser. Y los alumnos, que son muy sabios, lo detectan rápidamente. Y los padres, que también son sabios, lo expresan sin ningún esfuerzo.

            Dar buen ejemplo debe ser sinónimo de ser buena persona. De ser auténtico.

            Hacer las cosas con rectitud de intención  está  estrechamente ligado a lo anterior. Sería la versión interna, espiritual, profunda, de la persona que da buen ejemplo, de esa persona que si en algo se equivoca es porque no lo ha hecho de mala fe. Obrar con intención recta está unido a una auténtica escucha de los demás y de las circunstancias por las que atraviesan los demás.

            Que en Señor nos conceda acabar el año dando buen ejemplo y siendo personas cuya rectitud de intención no es otra que generar cosas buenas a todos aquellos que se acerquen. Hoy se habla mucho de las energías positivas, negativas e incluso destructivas. Debemos ser personas que, desde el evangelio, vayamos construyendo espacios de paz, de transparencia, de vida. Debemos ser generadores enchufados al Evangelio como motor de esa energía. Y así, la vida, nuestra vida, será feliz. Garantizado.


            

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