Aún hay que intentar entenderlo bien. Google anuncia la creación de una
nueva empresa, que nace con vocación de convertirse en algo así como la
madre de otro montón de empresas “menores” entre ellas la propia
Google. Alphabet es la nueva marca. Parece el nombre de esas empresas
que vemos en las películas de Tom Cruise o Keanu Reeves. Una corporación
todopoderosa que enmascara la vocación de dominar la humanidad a través
del control de la información. La verdad es que asusta el poder que
pueden llegar a acumular los que controlan los flujos de información. Y
asusta también pensar que quien no sepa manejarse en los ámbitos
digitales, cada vez más, estará abocado a la exclusión. Quizás el mismo
nombre escogido incluye una promesa –y una amenaza–: en breve, si no ya
mismo, los analfabetos de nuestro mundo serán los que no sepan vivir
parte de sus vidas en las redes.
Cada vez más necesitamos, desde una mentalidad crítica, y profética,
entender estos medios. No basta un par de titulares ni la última
tendencia comentada (como hacemos aquí, por ejemplo). Es imprescindible
que tengamos quien comprenda las dinámicas de inclusión y exclusión que
se generan, las relaciones de poder y sumisión que se crean, las
posibilidades, pero también los peligros.
Que para la libertad nos liberó Jesucristo, no para ponernos, nosotros mismos, una cadena invisible al cuello.
Por José Mª Rodríguez Olaizola sj
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