Ha escuchado durante toda su vida la misma cantinela: "No puedes, no puedes, no puedes". Pero él decidió llevar la contraria a todos y entonar el "sí puedo, sí puedo, sí puedo".
Postrado en una silla de ruedas, David Calero se cansó hace tiempo de que le viesen "como si fuese un alien" y de tener que demostrar todos los días "que no era tonto".
Este joven de 22 años arrastra una enfermedad de nombre
impronunciable, leucomalacia periventricular izquierda (un tipo de
lesión cerebral), desde que nació prematuro y sufrió una hemorragia cerebral.
El pronóstico de los médicos era difícil: le dijeron que se iba a
quedar sordo y ciego, como un vegetal, y, por supuesto, que nunca
llegaría a la ESO... Y, ahí está, estudiando 1º de Bachillerato, aunque tenga que dividirse el curso en dos años para poder sacarlo adelante.
Por Ana del Barrio
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