13 mayo 2015

La pobreza infantil no se soluciona desde la beneficencia ni la caridad

A poco más de un mes de las vacaciones escolares, esperemos que abrir los comedores en verano no sea la mejor solución que les ocurra a nuestros gobernantes para abordar el problema de la pobreza infantil. Tampoco sería la solución que sus familias esperen las colas de reparto de alimentos del Fondo europeo de ayuda para los necesitados (FEAD). Las medidas que se han tomado hasta el momento para atender a la pobreza infantil cosifican y estigmatizan a los niños y niñas españolas, simplificando sus necesidades sociales, además de haberse demostrado su ineficacia para corregir las vergonzantes cifras alcanzadas. Ocupamos los primeros puestos de Europa de pobreza infantil (solo detrás de Rumanía y Bulgaria): 1 de cada 3 de los niños y niñas españoles están en situación de riesgo de pobreza y exclusión social (27,5%), cifra que se dobla si pensamos en familias numerosas o en familias monoparentales y monomarentales, como advierte Unicef en su informe 2014 La infancia en España.
Es por ello que es necesario garantizar un Pacto de Estado por la infancia, que implique la puesta en marcha de medidas específicas transversales. Es fundamental una buena política de garantía de Rentas Mínimas a las familias y el reconocimiento constitucional de los Servicios Sociales como derecho fundamental, además de la articulación de una Ley Marco de Servicios Sociales.
Muchos profesionales hemos detectado indicadores de riesgo nutricional, emocional y educacional de la infancia desde los centros de salud, los centros educativos y los centros de servicios sociales. Mientras, se ponían en marcha todo tipo de recortes sociales en prestaciones destinadas a familias con necesidad social, así como de las ayudas para material escolar o becas comedor.
Por Ana Lima

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