15 abril 2015

El espacio de las mujeres como tiempo de Dios

“Qué fuerza tiene con Vos, Señor, un suspiro nacido de las entrañas”, oraba Sta. Teresa. La oración, profundamente emocional, y por ello verdadera; se sentía unida a Dios, desde su ser mujer; por eso le hablaba con sus entrañas. El vínculo con Dios podía ser emocional; campo abonado de mujeres, es parte de la subjetividad femenina. Rehabilita la emoción y el sentimiento para Dios, para la vida. Las entrañas, como vehículo de relación con Dios. Entrañas de millones de mujeres que hoy son campo de batalla de los varones donde se extermina su dignidad ante nuestra indiferencia.  Rompió el techo de cristal de las mujeres en su tiempo. Defiende la necesidad y el derecho de las mujeres a una vida interior de altura. Lucha contra las normas que la han constreñido, así como contra los “ideales de mujer” con los que la han definido: “No quiero bobaliconas” –decía. Rompe con la identidad que se le ha dado de fuera. Hace una lectura crítica de la razón imperante; y bien que se lo recordaban: “fémina contumaz inquieta y andariega”. Su tiempo le otorgaba una identidad a la baja; “pretenden hacernos andar como pollo trabado a los que vuelan como águilas con las mercedes que nos hace Dios”. Teresa a través de la oración  construye una conciencia reflexiva sobre su propia identidad y conoce profundamente a Dios, profundamente la vida. Abierta al amor y a la belleza, con un corazón vivo, que siente, capaz de fecundarse siempre.  “Aprovéchame a mi también ver campo agua y flores, en estas cosas hallo yo memoria del criador; digo que me despertaban y recogían y servían de libro”.  Está claro, cuando te haces una con Cristo, te abres a la comunión de la vida; entonces, la luz viene de la vida misma.
Por María Isabel Serrano

No hay comentarios: