09 marzo 2015

TERESA y el TIEMPO CLAVE que le TOCÓ VIVIR

Nace en el seno de una familia acomodada, en la que no es difícil descubrir esa ascendencia judía que en Castilla era muy abundante. Recibe los apellidos de Cepeda y Ahumada. Estamos en 1515, año de cambio. Navarra se ha incorporado a la Corona de Castilla y Carlos de Habsburgo, todavía muy joven, se prepara para consolidar una monarquía restauradora de la unidad nacional y que recibe del Papa el título de Católica. En Ávila, que es uno de los núcleos esenciales en esa espiritualidad, Teresa descubre muy pronto la vocación religiosa, aunque tendrá que esperar hasta 1533 para vencer las reticencias de su familia y entregar su alma exclusivamente al servicio de Dios. La Encarnación, donde ingresa, pertenece al Carmelo.
Son los años duros en que Lutero pone en marcha una reforma que se inspira en el nominalismo voluntarista y hace de la fe el eje único de la vida cristiana, pero un siglo y medio antes se había puesto en marcha una reforma católica española, italiana y renana que descubre en el ser humano esas dimensiones que le permiten crecer mediante el ejercicio. En el silencio del claustro, Teresa medita y encuentra esa reforma que responde a sus preguntas: ¿qué es la vida humana? y ¿cómo resolver la gran cuestión que sacude a Europa? Carlos V ha renunciado a la lucha retirándose a uno de los cenobios clave de esa reforma española, los Jerónimos de Yuste. Pero España, según lo ve Teresa, ha dado ya los pasos decisivos: jerónimos, benedictinos, dominicos y franciscanos han creado en su seno movimientos de renovación eficaces. Y ahora, Ignacio de Loyola ha puesto en marcha esa síntesis que son los ejercicios espirituales.
Por Luis Suárez

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