Nunca olvidaré una jornada de sábado en Bogotá, en
una visita a los programas y al equipo de Oxfam Intermón en Colombia.
Por la mañana nos encontramos con un grupo de mujeres víctimas de la
violencia sexual en el conflicto colombiano, protagonistas de la campaña
“Saquen mi cuerpo de la guerra”.
Compartieron su dura historia personal y también la colectiva. Cómo el
testimonio y la fuerza de unas fueron animando a otras a unirse. Unirse para apoyarse, para vencer el trauma, para volver a la vida.
Unirse para denunciar la impunidad y lograr que se les considere
víctimas del conflicto, como a los secuestrados, los muertos, los
heridos o los campesinos desplazados. ¡¡Y lo consiguieron!!
La tarde la pasamos con las “Madres de Soacha”,
cuyos hijos fueron secuestrados en barrios de Bogotá, trasladados a la
zona de conflicto, vestidos de guerrilleros y asesinados. De esta forma,
los militares criminales cobraban la prima en salario o vacaciones por
sumar guerrilleros muertos a la lista de muescas asesinas en su AK 47. Lo
inconcebible, lo brutal, se volvió profundamente humano al hablar de la
solidaridad entre ellas y de la unión para denunciar estos crímenes y
exigir justicia y reparación, en el peor entorno judicial y político posible.
Por José María Vera
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