Las siguientes imágenes pueden herir su sensibilidad.
Con esa entradilla nos avisa el pie de foto, o el locutor de turno, o la
introducción en el muro del Facebook, de que estamos a punto de asistir
a un episodio más de salvajismo, violencia o cualquiera de las
increíbles −pero ciertas− atrocidades de las que es capaz el ser humano.
Después vendrá la escena en cuestión: unos terroristas rematando a un
hombre a sangre fría, niños ejecutados en nombre de no sé qué concepción
de la fe, decapitaciones... La semana pasada circulaba por las redes el
vídeo del asesinato del piloto jordano a quien sus captores prendieron
fuego. Cuando esa información empieza a difundirse, y por una u otra
plataforma se hace accesible, ¿debemos verla o no?
Quien defienda que sí puede tener argumentos del tipo de que solo al ver
algo así seremos capaces de reaccionar, pues si no, ojos que no ven,
corazón que no siente. Yo personalmente me inclino al no. Por varios
motivos.
Por JM Rodríguez Olaizola sj
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