16 febrero 2015

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 263

Carta nº 263       Julio 1903

“ Tienen que venir al noviciado; y como sabe usted que aquí no hay nada, traigan, para ayuda de gastos, algún dinero, pues ya comprenden que los gastos han de subir mucho y no se pueden soportar, porque nos juntaremos muchas, y cada una tiene que traer para sus gastos y tienen que permanecer aquí dos meses pasados. Siento mucho tener que decirle esto, hija mía, pero no puedo por menos”
                       
            Cuando se dice de una persona que es muy humana debe ser por algo de esto que encontramos hoy en la carta de ese verano de 1903. Si algo tienen las grandes personas es su humanidad que viene de su descubrimiento y puesta en práctica de esa fraternidad intrínseca que se desborda por la piel.

            Hay vídeos
por ahí que hablan de esto, pero hace muy poco he visto uno del Papa Francisco donde se acerca inesperadamente a un barrio de latinoamericanos a las afueras de Roma. Eso es humanidad.

            Hay que hacer lo que hay que hacer, pero hay muchas formas de hacerlo. Y cuanto más importante eres, cuanto más santo quieres ser es cuando tu humanidad tiene que estar tan a flor de piel que caso se vea.

            Hay muchas veces que tienes que decir algo y lo sientes por dentro porque te gustaría decir otra cosa más agradable, pero eso sería no decir la verdad o no decir lo que hay que decir. Y lo sientes, pero tienes que hacerlo. Y cuando se va con esa actitud y además tu vida suena en el mismo tono, es cuando pueden entender lo que le dices, o puedes entender lo que te dicen.

            Otro detalle: cada uno que aporte lo que pueda, o dicho como decía la M. Cándida, cada una que traiga para sus gastos. Si cada uno aportamos lo que somos, si cada uno no escondemos los talentos que Dios nos ha dado, es cuando algo cambiaría. Y en este sentido es donde debemos dejar los juicios a Dios e intentar que lo que vemos de otros no nos impida hacer lo que tenemos que hacer. Y por supuesto, no vivir de esperas, no vivir diciendo o pensando: voy a ver lo que hace el otro y a partir de ahí ya haré yo. No se trata de esperar, hay que soñar y equivocarse. Los santos se equivocaron, los grandes hombres de ciencia o letras, se equivocaron.

            Y espero que se haya pasado ya el pasteleo interesado de este fin de semana de San Valentín. ¡Qué empacho! El amor no debe sólo ir por ahí. Animo a ver un video de Martín Valverde titulado ¿cómo lo hicieron?


            

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