15 febrero 2015

El extraño caso de la familia a la que un BANCO PIDIÓ PERDÓN

La rutina como escenario para la felicidad. Sopa con fideos de cena. La ropa que se seca bajo la mesa camilla. Los niños, a la cama a las nueve y media. Una felicidad modesta e intensa, la felicidad nerviosa que ocupa el vacío dejado por el miedo y que alcanza para llenar el pisito de dos habitaciones, recuperado cuando ya parecía irremediablemente perdido.
José Salas, Ana María Pérez y sus dos hijos están de nuevo en su casa. Suya, sí, ahora más que nunca aunque en los papeles ponga que es del banco. La familia desahuciada de Dos Hermanas, a la que cambiaron la cerradura en su ausencia sin que pudieran sacar siquiera algo de ropa y medicinas, ha logrado regresar a su vivienda mediante el pago de un alquiler social (unos 50 euros mensuales) por un plazo de tres años, prorrogable si hay acuerdo por ambas partes. También les han condonado la deuda por impago de la hipoteca. Y han conseguido otra cosa. Lo imposible: que el banco les pida perdón.
Por Francisco Javier Recio

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