Hoy el Papa Francisco nos decía al comenzar la cuaresma: ...cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de
los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas,
ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón
cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de
quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy
una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización
de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como
cristianos...
Señor: "Haz nuestro corazón semejante al tuyo"
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