Nos preguntamos muchas veces sobre lo que es y significa la vida
religiosa, la de siempre. Las congregaciones y órdenes que forman
comunidades contemplativas y apostólicas y que prometen para sí mismas
pobreza, castidad y obediencia. ¿Cuál es la esencia de esta vida
religiosa que en nuestras latitudes tiene tan pocas vocaciones?
No es el hacer sino el ser
Hacer….hace muchas cosas, evidentemente. Ahora y aquí. Desde la
atención a los enfermos, a los pobreza, viviendo en los barrios y zonas
más marginales, en las universidades y colegios, entre la gente de todo
tipo, de forma directa o institucional. Pero la esencia no es hacer. La
acción no es una consecuencia de una identidad, de unas opciones de una
forma de ser.
¿Cuál es esta identidad? ¿Cuál es su razón de “ser”? La pregunta busca
seguramente una respuesta más bien ideológica, una definición abstracta.
Lo mejor es reconvertirla de una manera más llana. ¿Ser para quién?
Esta orientación de la pregunta no es una huida sino un acierto. ¿Ser
para quién? Constituye la dimensión esencial de la vida religiosa.
Por Jesús Renau sj
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