Carta nº 259 Marzo
1903
“… algo tenemos que sufrir por amor de Jesús, que tanto sufrió por
nosotras”
Parece
que sufrir es una de esas palabras que quieren quitar del vocabulario actual y
si pudieran hasta del diccionario. Es una palabra que no se lleva, que no tiene
buena energía.
Pero
es tan real como la vida misma, es tan real que por mucho que lo intenten,
nunca desaparecerá de nuestra vida. La clave es como sufrir y por qué sufrir. Sobre el cómo sufrir sólo
decir cómo sufrió Jesús. Y ahí hay mucho que descubrir, mucho que leer y mucho
que aplicar. Sobre el porqué sufrir, acudo a la perla de la M. Cándida de hoy y
respondo simplemente “por amor”, por amor al que tanto nos ama.
Algo
pensarían los discípulos que se acercaron a Jesús para preguntarle muchas cosas
y que se atrevieron a seguirle para conocerle más. Jesús sencillamente les
pregunta “qué buscáis?. Esa misma pregunta nos hace, me hace, en este momento
de mi vida. ¿Qué buscas? Mucho me temo que no puedo responderle como lo
hicieron ellos: no puedo preguntarle “dónde vives maestro?, porque lo sé, pero
si puedo preguntarle muchas cuestiones acerca de cómo encontrar la felicidad.
Conforme
pasan los años el encuentro con Jesús es la piedra de todo movimiento, de toda
ilusión y de todo cambio personal. Eso fue lo que ocurrió en la Galilea y eso
es lo que ocurre hoy. Mientras eso no se dé, sólo sobreviviremos como podamos.
La clave es el encuentro personal. Y a partir de ahí es cuando aparecen de
nuevo aquellos detalles que tenías olvidados, es cuando empiezas a descubrir
que con las cosas sencillas también se disfruta, que compartiendo también de
avanza y se crece. Y vuelve la sonrisa y la risa, vuelve el dolor que se supera
y sobre todo vuelve la vida.
Algo
tenemos que sufrir, sin duda, pero con sentido, con razones.
Si
hoy Jesús te preguntara ¿qué buscas?, ¿qué le responderías?
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