El pasado 9 de enero,
el gobernador de Yaracuy, estado venezolano, prohibió por decreto
pernoctar frente a los supermercados. Tan fea costumbre, que en efecto
desdice del ornato urbano y no es segura en un contexto de fuerte violencia urbana, viene siendo desarrollada por los consumidores de Venezuela en el intento de comprar lo que sea antes de que se acabe.
La economía real venezolana puede compararse a un avión con dos motores:
uno público basado en la propiedad gubernamental sobre el petróleo,
hidrocarburos, minerales e hidroelectricidad; y otro privado que estriba
en la producción habitual de la mayoría de los bienes y servicios. En
los países comunes, la economía pública depende casi enteramente de la
privada, porque se alimenta de los impuestos sobre esta. Pero no en
Venezuela, país muy rico en recursos naturales propiedad del Estado.
Por Raúl González Fabre sj
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