1. Eso es que ya no es para mí. La edad es una de las primeras
excusas para decir no a las redes sociales. Se considera “cosa de
jóvenes” y ciertamente son ellos quienes más se mueven en este nuevo
ambiente, porque han nacido en él. Entiendo que la edad sea un
inconveniente a la hora de partir a misiones donde se requiera un
esfuerzo físico; pero misionar en la red es, precisamente, el destino
ideal de un evangelizador cuya salud o fuerzas estén resentidas. No
cerrar la puerta a las redes sociales es abrirse a las sorpresas de
Dios, tener el oído abierto a la llamada.
2. Yo es que no me entero. La tecnología supone una barrera
para muchos y ciertamente uno puede llegar a sentirse muy inútil cuando
ve a un niño de seis años manejar con soltura una tablet. Pero no hay
nada imposible y es muchas veces la pereza o la falta de humildad y
paciencia la que nos lleva a desistir. Es más fácil tirar la toalla. Si
Stephen Hawking, en lugar de aprender a manejar un complicado ordenador
para poder comunicarse, hubiera desistido diciendo que eso es cosa de
jóvenes, la física habría perdido a una de sus grandes figuras. El
esfuerzo es sobrehumano, los movimientos de su mejilla le permiten
dictar un máximo de 10 palabras por minuto, pero nadie lo para, porque
lo que tiene que decir es importante. Esas 10 palabras por minuto son
oro para la ciencia. ¿Tan difícil es que tú aprendas a manejar una
pantalla táctil para anunciar el Evangelio?
Por Antonio Moreno

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