Leo esta semana una breve meditación de Dolores Aleixandre, religiosa y escritora
como aquella santa abulense cuya gloria celebra este año la Iglesia
católica al cumplirse quinientos desde su nacimiento. Anda la mujer,
cuyo paso por mi vida recuerdo con gratitud, preocupada y esperanzada de
consuno. Preocupada como todo el que se hace una pregunta que sabe, de
antemano, sin respuesta y se la hace, por ello, en voz alta, a ver si
todos nos la hacemos también y, con ella o sin ella, tratamos de
adivinar la respuesta que nos oculta el tiempo: "¿y si desaparecemos?".
Y aquí viene la esperanza, ¡cómo no!, a nuestro encuentro, esa
esperanza que un creyente traduce siempre en plegaria. Nos invita,
entonces, Dolores a subir con ella "al piso de arriba", como los
primeros discípulos de Jesús que, viéndose desvalidos, esperaron "en la
habitación de arriba" a que llegara el Espíritu Santo.
Por Víctor Márquez
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