Carta nº 254 Diciembre
1902
“… pero crea que estaré muy unida en espíritu”
Y como sin darnos
cuenta, quizá porque la Navidad se adelanta tanto que parece que se come el
Adviento, hemos llegado a la tercera semana. La luz se hace presente como
símbolo de lo que llegará. La voz del que anuncia se hace presente como símbolo de la Palabra que
llegará.
Se
acercan esas fechas de unión, de cercanía. Pero antes de que lleguen, la M.
Cándida nos recuerda que existe otra unión también muy importante, la del
espíritu. Ella, desde la imposibilidad, desde la distancia, quiere estar cerca
de los que quiere y pone en marcha esa unión que no necesita de carreteras o
aviones, es la del corazón, la del espíritu, la de esas personas que comparten
por dentro una misma razón para vivir, pero sobre todo, para ser.
Los
escenarios pueden cambiar, pero lo que hay que hacer perdura siempre. Da igual
que sea en Betania, a la otra orilla del rio Jordán, que sea Murcia. Da igual.
Lo que no da igual es que nos quedemos en la periferia de lo que celebramos. De
ahí la necesidad de no perder el norte en estas fechas. Y no es tarea fácil. El
norte es Jesús de Nazaret, niño en un pesebre, alejado de las comodidades de
Belén, acogido por un pesebre, por una cueva y por unos pastores, que con su
calor hicieron de aquella noche algo imborrable.
Buena
tercera semana a todos, camino del anuncio de Dios a María en Nazaret.
Buen
final de Adviento.
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