Le arrancaron de sus brazos a su hija de tres años. "Un joven sin barba, piel clara y vestido de negro la señaló".
Era un "príncipe terrorista, jamás olvidaré esa cara", dice su madre.
Asegura que ella se arrodilló suplicándole que no se la llevaran. No
valió ningún ruego. Desde entonces han pasado cuatro meses y la familia Jadar no la ha vuelto a ver. Mientras
la madre lo cuenta, el padre fuma pasando una y otra vez las cuentas de
un rosario, casi sin levantar la cabeza del suelo. No es capaz de
hablar. Tienen otros cuatro hijos, dos juegan con unos bolis y libretas
que acaban de recibir.
El Estado Islámico había estado bombardeando Qaraqosh durante tres
días. La familia Jadar había enviado fuera a dos de sus hijos con el
mayor, tras recibir aviso de que iban a ser invadidos. Pero los padres se habían quedado con la pequeña de tres años, no querían abandonarla a una aventura desconocida. No imaginaban lo lo que les esperaba.
Al cuarto día, los yihadistas entraron triunfantes en un desfile de
vehículos militares. Qaraqosh era la ciudad cristiana más grande de
Irak, en ella solo había unas diez familias musulmanas chiíes, el resto
eran todos cristianos.
Por Xiskya Valladares
Religiosa de la Pureza de María
Desde Irak
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