Así que no es extraño que en el
estrépito de nuestra vida cotidiana, escuchar poco y mal se haya
convertido en una epidemia. Una investigación del Departamento de
Trabajo de EE.UU. indica que el 22% del tiempo que empleamos en el
trabajo es para leer y escribir, el 23% para hablar pero solo el 5% lo
empleamos en escuchar.
El trabajo y la habilidad de escuchar
La escucha deficiente aparece en
innumerables contextos profesionales, incluso en aquellos en los que,
como el de la consulta médica, parece a todas luces imprescindible.
Según los estudios de Beckman y Frankel, cuando los pacientes acuden a
la consulta clínica, piensan en un promedio de cuatro preguntas, pero
solo acaban formulando una o dos de ellas porque en seguida el médico
les interrumpe. La primera interrupción tiene lugar, por término medio,
¡a los dieciocho segundos! Aún más: estos autores comprobaron que, en
algunos casos, la primera interrupción del médico surgió a los cinco
segundos y que solo el 20% de los pacientes pudo completar el relato de
sus síntomas.
Por Arturo Merayo
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