
Ahora, Mercedes , la provincial, y Auxilio Vicente, llegaron a nuestra casa, a nuestra comunidad, con el deseo y la encomienda de transmitirnos lo que había sido la CG para que también nosotras seamos capaces de acoger, de vivir y de impulsar esta tarea que han dejado en nuestras manos y en nuestro corazón.
Preparamos con entusiasmo el día, fuimos preguntando, aclarando y animando a todas las hermanas si podían y querían asistir, pues el encuentro lo íbamos a tener en la Capilla de Sta Cándida. Y resultó que nadie se lo quería perder… Después de las 10,00 de la mañana empezó “la procesión” : sillas de ruedas, andadores, brazos… Fuimos ocupando bancos y espacios previstos para no perdernos nada. El saludo de Mercedes nos supo a abrazo y nos predispuso a acoger la CG en la medida de la capacidad de cada una. .. Auxilio nos explicó todos los pasos de la CG con tanto entusiasmo y claridad que nos sentimos también llamadas a salir de nosotras mismas, y a mirar hacia afuera, más que a nuestros huesos y a nuestros achaques. El icono de María que teníamos delante también nos llamaba a salir… ¡con Ella!

La tarde nos emocionó aún más, si cabe. De nuevo ante el retablo de la llamada, ante el altar de la inspiración fundante, fuimos recibiendo, una por una, el fruto, el resultado, el camino abierto que esta CG ha tejido para nosotras. ¡ Gracias, “Señor de la misericordia -como decía la canción que en este momento rezábamos- Dios de la bondad, Padre/Madre de todos, que has puesto tu obra en nuestras manos…”
La tarde aún era luminosa y serena. Algo nuevo empezaba a despertar en nosotras. Salimos de la capilla deseosas de abrir el libro y de mantener “fijos los ojos en Jesús”.
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