
Un mes se nos hizo muy corto, fue justo cuando más cercana era nuestra relación con los niños que tuvimos que partir. Hemos intentado estar siempre por y para ellos, acompañándoles en las comidas, ayudándoles con el apoyo, escuchándoles, haciendo el pan y cocinando con ellos, visitándoles en los talleres, enseñándoles un poco de mundo a través de nuestras historias y experiencias.
Siempre recordamos con especial cariño dos días muy divertidos que pasamos juntos, el primero, un día que cocinamos pizza para todos con ayuda de un grupo de niñas. Y el día de los “Ancianos Mayores” en Capinota. ¡Qué bien lo pasamos! Un día repleto de risas y alegría, yendo y viniendo en una furgoneta a buscar comida y a recoger a los ancianos mayores. También animamos a los niños del internado que participaron en una carrera juvenil, y una de las niñas del internado que corría completamente descalza ¡¡ganó el primer puesto!! Era una recompensa cada día ir viendo sus sonrisas, y como la timidez iba quedando cada vez un poquito más atrás.
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