12 marzo 2012

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 137


Carta nº 137    Enero 1898
“Dios sea bendito por todo y nos dé su santa gracia. Por Dios, cuídese”  

            Ayer nos recordaba Jesús, a través de las palabras de Juan, qué tenemos que hacer en el templo, cómo debemos comportarnos y en qué no debemos convertirlo. Además lanzó un reto que difícilmente entendieron: el reto de los tres días. Me hace pensar cuántas veces no entiendo los retos de Jesús, esos que me manda directa o por medio de otras personas, y sé a ciencia cierta que me los manda. La pregunta es ¿qué hago con ellos?

            Hoy la M. Cándida sigue bendiciendo, es cierto que lo repite muchas veces pero, hoy por primera vez intuyo que debería tener un gran corazón para bendecir tanto, y no sólo por aquellas cosas que le salían bien y eran merecedoras de bendición sino por todo, Dios sea bendito por todo, por lo bueno y por lo malo, según nuestros ojos. No estoy hablando de ser unos ingenuos y pensar que hay que bendecir a Dios por las catástrofes, por las enfermedades, o por otro tipo de desgracia. No, eso sería quedarnos en las ramas de los fariseos que sólo buscaban entender los que a ellos podía beneficiarles.

            Recibir la gracia de Dios, creo que debe ser algo sencillo. Lo entiendo como recibir la paz, esa sensación de estar en paz, de hacer las cosas del día a día con la paz del que hace lo que puede y con un fin concreto. Vivir en paz, simplemente.

            Y como tantas otras veces, nos recuerda que hay que cuidarse, que no nos debemos dejar de cuidar porque es importante el cuerpo y el alma, y desde ese equilibrio es desde donde podemos ser felices. Cualquier exceso en uno de estos sentidos no nos llevará a la felicidad.

            Acabo uniendo las dos partes de esta perla:
“Bendito sea Dios,  que nos cuida”

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