24 octubre 2016

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 331

Carta nº 331      Diciembre 1906
“Ahora véalo delante de Dios”

            Ahora, después de hacer lo que hay que hacer, después de preparar las cosas como mejor se saben hacer, después de profundizar y organizar … ahora ponte delante de Dios y habla con él, mira y espera, reposa, escucha.

            Lo mismo que hicieron las dos personas que se acercaron al templo, como nos contaba Lucas ayer en el capítulo 18 de su evangelio. Y nos recordaba a esos dos hombres que fueron a ver las cosas delante de Dios, de esas dos actitudes con las que nos acercamos a Dios. E incluso reconocemos que podemos ser los dos, que a veces se nos olvida cómo debemos hacerlo y se nos sube un poco a la cabeza lo buenos que somos. No podemos olvidar que lo importante es presentarnos tal como somos, sabiendo que “si el afligido invoca al Señor, él lo escucha”.

            En estos tiempos de tanto cambio, de tanto movimiento, que a veces da un poco de vértigo y mucho cansancio, en estos tiempos, es necesario encontrar la paz de Dios, el momento de Dios, los minutos para poner delante de él todas nuestras acciones. Y algunas veces nos falta ese tiempo, pero de verdad, de verdad, no es así, porque lo encontramos para otras cosas que no son tan importantes. ¿Qué hacer entonces? O mejor ¿qué es ver las cosas delante de Dios? Yo creo que supera el espacio físico de dónde ir y de cuando ir. Pero, por supuesto no lo excluye. Conozco bien a una persona que cuando las cosas son importantes o un poco importantes, se acerca, cuando pasa por la puerta, a saludar a Dios en una pequeña capilla. Aunque sólo sean unos minutos. En un tiempo, en un espacio que ayuda a entender eso de poner las cosas delante de Dios. En ese momento de presencia e intimidad es donde hablamos desde el corazón y a veces desde la lengua. Le contamos nuestras necesidades, le damos gracias por lo recibido, por las buenas noticias, por los futuros proyectos, por el presente y por los que necesitan esa oración. Y incluso le pedimos que nos haga entender aquello que nos duele y no comprendemos.

            Ver las cosas delante de Dios, véalo delante de Dios. Buena tarea para esta semana de trabajo y de viajes.

            Ver las cosas delante de Dios no es llegar a un super servidor que tiene las respuestas para todo lo que le podamos preguntar. Eso es otra cosa.

Muchas veces al preguntarle o compartirle nuestras cosas sólo escuchamos su silencio, pero al salir encontramos a un amigo que nos dice alguna palabra que nos alivia o soluciona lo que estábamos buscando y nos olvidamos de dónde provenía esa palabra, de quien la ha puesto en la boca del amigo. Y eso es lo que no podemos olvidar. Dios siempre habla, porque siempre está.

Ahora, veamos las cosas delante de Dios. Nada más para esta semana.




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