Carta nº 331 Diciembre
1906
“Ahora véalo delante de Dios”
Ahora,
después de hacer lo que hay que hacer, después de preparar las cosas como mejor
se saben hacer, después de profundizar y organizar … ahora ponte delante de
Dios y habla con él, mira y espera, reposa, escucha.
Lo
mismo que hicieron las dos personas que se acercaron al templo, como nos
contaba Lucas ayer en el capítulo 18 de su evangelio. Y nos recordaba a esos
dos hombres que fueron a ver las cosas delante de Dios, de esas dos actitudes
con las que nos acercamos a Dios. E incluso reconocemos que podemos ser los
dos, que a veces se nos olvida cómo debemos hacerlo y se nos sube un poco a la
cabeza lo buenos que somos. No podemos olvidar que lo importante es presentarnos
tal como somos, sabiendo que “si el afligido invoca al Señor, él lo escucha”.
En
estos tiempos de tanto cambio, de tanto movimiento, que a veces da un poco de
vértigo y mucho cansancio, en estos tiempos, es necesario encontrar la paz de
Dios, el momento de Dios, los minutos para poner delante de él todas nuestras
acciones. Y algunas veces nos falta ese tiempo, pero de verdad, de verdad, no
es así, porque lo encontramos para otras cosas que no son tan importantes. ¿Qué
hacer entonces? O mejor ¿qué es ver las cosas delante de Dios? Yo creo que
supera el espacio físico de dónde ir y de cuando ir. Pero, por supuesto no lo
excluye. Conozco bien a una persona que cuando las cosas son importantes o un
poco importantes, se acerca, cuando pasa por la puerta, a saludar a Dios en una
pequeña capilla. Aunque sólo sean unos minutos. En un tiempo, en un espacio que
ayuda a entender eso de poner las cosas delante de Dios. En ese momento de
presencia e intimidad es donde hablamos desde el corazón y a veces desde la
lengua. Le contamos nuestras necesidades, le damos gracias por lo recibido, por
las buenas noticias, por los futuros proyectos, por el presente y por los que
necesitan esa oración. Y incluso le pedimos que nos haga entender aquello que
nos duele y no comprendemos.
Ver
las cosas delante de Dios, véalo delante de Dios. Buena tarea para esta semana
de trabajo y de viajes.
Ver
las cosas delante de Dios no es llegar a un super servidor que tiene las
respuestas para todo lo que le podamos preguntar. Eso es otra cosa.
Muchas veces
al preguntarle o compartirle nuestras cosas sólo escuchamos su silencio, pero
al salir encontramos a un amigo que nos dice alguna palabra que nos alivia o
soluciona lo que estábamos buscando y nos olvidamos de dónde provenía esa
palabra, de quien la ha puesto en la boca del amigo. Y eso es lo que no podemos
olvidar. Dios siempre habla, porque siempre está.
Ahora, veamos
las cosas delante de Dios. Nada más para esta semana.
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