03 octubre 2016

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 328

Carta nº 328     Diciembre 1906
“…pues el hábito no hace al monje, pero sí la observancia”

            Cuando brotó esta perla de entre todas las frases de la carta, lo primero que me vino a la cabeza fue ¿qué le habría pasado a la M. Cándida para escribir esto? Un poco más tarde y después de leerla dos veces me pregunté ¿qué es eso de la observancia? Y desde ahí empecé mi reflexión. Intenté ponerme en su piel, en su momento, y volví a leer la carta entera de nuevo. Y me fui a ese 3 de diciembre, a Salamanca (a la que tanto echo de menos, sus calles, sus paseos, su plaza, sus lugares que tanto hablan de historia, echo de menos hasta su frío). Y descubrí que iba dirigida a una hermana a la que quería hablar claro.

            Es una carta que habla de perdón, de buenos y firmes consejos sobre la humildad y la obediencia. Habla de lectura y entendimiento de las reglas, de las normas, para ser una buena Hija de Jesús.

            Pero después de todo me quedé con el buen y práctico consejo que la M. Cándida bien conocía sobre el hábito y el monje. Por mucho que quieras parecer, por muchos hábitos que te pongas por fuera, de nada sirven si por dentro no estás convencido. Cuántas veces hemos descubierto que las cosas que funcionan de verdad son las que van de dentro a fuera y no las de fuera a dentro. La fachada sin corazón y sin alma solo sirve para aparentar algo que no se tiene, pero el corazón y el alma dan una fuerza a la fachada que no se puede contener. Hacen que la alegría sea distinta, hacen que el dolor se viva de otra forma, hacen que las lágrimas sean diferentes porque siempre están llenas de esperanza.

            Por eso creo que la observancia de las normas, el entender que ayudan a descubrir cosas nuevas, es importante. Tenemos que vivir con un marco de referencia definido que nos ayude a vivir, que nos ayude a entender que hay acciones que no se pueden hacer. Pero también es cierto que hay veces que no entendemos nada, que parecen que están hechas para fastidiarnos, que parece que solo sirven para que no seamos felices, y ahí es donde podemos equivocarnos. Mirad a la madre que le quita algo al niño porque puede dañarle y el pobre niño llora amargamente porque no lo entiende. Eso es el marco, eso es quererle.

            El hábito no es lo importante, lo importante es lo interior, eso que nos tiene que llevar a las acciones buenas, a ser buenos. Cuando el motor (corazón y alma) está bien, el coche (nosotros) vamos de lujo. Por eso hay que pasar revisión de lo importante, hay que perdonar y hablar claro de aquello que pensamos y creemos. Sin miedosporque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor

           



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