Carta nº 328 Diciembre 1906
“…pues el hábito no hace al monje, pero sí la observancia”
Cuando brotó esta
perla de entre todas las frases de la carta, lo primero que me vino a la cabeza
fue ¿qué le habría pasado a la M. Cándida para escribir esto? Un poco más tarde
y después de leerla dos veces me pregunté ¿qué es eso de la observancia? Y
desde ahí empecé mi reflexión. Intenté ponerme en su piel, en su momento, y
volví a leer la carta entera de nuevo. Y me fui a ese 3 de diciembre, a
Salamanca (a la que tanto echo de menos, sus calles, sus paseos, su plaza, sus
lugares que tanto hablan de historia, echo de menos hasta su frío). Y descubrí
que iba dirigida a una hermana a la que quería hablar claro.
Es
una carta que habla de perdón, de buenos y firmes consejos sobre la humildad y
la obediencia. Habla de lectura y entendimiento de las reglas, de las normas, para
ser una buena Hija de Jesús.
Pero
después de todo me quedé con el buen y práctico consejo que la M. Cándida bien
conocía sobre el hábito y el monje. Por mucho que quieras parecer, por muchos
hábitos que te pongas por fuera, de nada sirven si por dentro no estás
convencido. Cuántas veces hemos descubierto que las cosas que funcionan de
verdad son las que van de dentro a fuera y no las de fuera a dentro. La fachada
sin corazón y sin alma solo sirve para aparentar algo que no se tiene, pero el
corazón y el alma dan una fuerza a la fachada que no se puede contener. Hacen
que la alegría sea distinta, hacen que el dolor se viva de otra forma, hacen
que las lágrimas sean diferentes porque siempre están llenas de esperanza.
Por
eso creo que la observancia de las normas, el entender que ayudan a descubrir
cosas nuevas, es importante. Tenemos que vivir con un marco de referencia
definido que nos ayude a vivir, que nos ayude a entender que hay acciones que
no se pueden hacer. Pero también es cierto que hay veces que no entendemos
nada, que parecen que están hechas para fastidiarnos, que parece que solo
sirven para que no seamos felices, y ahí es donde podemos equivocarnos. Mirad a
la madre que le quita algo al niño porque puede dañarle y el pobre niño llora
amargamente porque no lo entiende. Eso es el marco, eso es quererle.
El
hábito no es lo importante, lo importante es lo interior, eso que nos tiene que
llevar a las acciones buenas, a ser buenos. Cuando el motor (corazón y alma)
está bien, el coche (nosotros) vamos de lujo. Por eso hay que pasar revisión de
lo importante, hay que perdonar y hablar claro de aquello que pensamos y
creemos. Sin miedos “porque Dios no nos ha dado
un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te
avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”
No hay comentarios:
Publicar un comentario