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Isabel Solà, asesinada ayer en Haití, nos mostró su taller de ortopedia para los heridos @rtvees @la2_tve @OMP_ES https://t.co/qesJaKW9F6— Pueblo de Dios TVE (@PueblodeDiostve) 3 de septiembre de 2016
Artículo en Vida Nueva:
"Experimenté que el hambre te lleva a hacer lo que sea"
Isa Solá, religiosa de Jesús-María nacida hace 46 años en Barcelona, conoce perfectamente el alma haitiana. Y es que ya llevaba un año en su capital, Puerto Príncipe, el 12 de enero de 2010 en que esta copó la atención mediática mundial cuando un terremoto la devastó. Los más de 200.000 muertos y la destrucción de miles de casas ponían un (durísimo) hito más en la historia del país más pobre de América Latina, que, además, arrastra el terrible peso de una herencia de siglos de esclavitud, guerras, saqueo de recursos por sus colonizadores y caos gubernamental.
Ese día, Isa sufrió un aldabonazo en lo más íntimo de su ser. Siempre segura de su vocación –tanto que a los 19 años ya ingresó en su congregación– y de su afán por servir a los demás –antes de Haití, pasó 14 años como directora de una escuela en Guinea Ecuatorial, pues su sueño siempre fue “ser misionera en África y vivir entregada a los hermanos, especialmente a los más pobres”–, aquel 12 de enero, en solo un instante, se vio rodeada de muerte y destrucción.
El seísmo le cogió fuera de la escuela en la que impartía clases. Llegó a lo que eran sus ruinas. Aún se escuchaban voces infantiles bajo los escombros pidiendo ayuda. Hasta que una segunda sacudida las apagó. Y con ellas, la esperanza.
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