23 mayo 2016

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 318

Carta nº   318   Mayo 1906
“Se nos fue al cielo esta mañana a las dos y cuarto, después de sufrir mucho; así tendrá la gloria. Pidan mucho por ella.”

            Así recordaba la M. Cándida la pérdida de un ser querido: dato, aclaración, seguridad y petición.

            Después de compartir al 100% la parte de seguridad, me quedo con la confianza que para ella tenía el poder de la petición compartida. Seguimos creyendo que el pedir unos por otros es importante. Seguimos creyendo que es necesario y que se nota, se siente y se comprueba.

            En estos tiempos finales de curso, donde se nos acumulan los acontecimientos, donde vamos cerrando gran parte de la labor realizada durante todo un curso, donde las celebraciones marianas ocupan ese tiempo compartido con exámenes, donde la M. Cándida y su fiesta nos ocupa la cabeza y el corazón para preparar todo lo que se puede, intentando que ese día sea especial, pues en ese tiempo hemos tenido la Graduación de los alumnos que, tras 15 años en el colegio, lo abandonan para hacer su selectividad y volar más alto.

            Comparto unas palabras que les dije esa tarde, y las comparto desde el convencimiento y agradecimiento que Dios siempre está a nuestro lado ofreciéndonos propuestas para que las veamos y las aprovechemos para su bien. Les decía que ese momento que viven es como el de las palomas mensajeras cuando se sueltan desde la distancia y tienen que recorrer largas distancias hasta llegar a su palomar. Todo esto ocurrió de verdad un día antes de la Graduación, cuando el vigilante de seguridad, Pablo, me propuso llevarme unas palomas suyas a mi casa y que las soltara.

            Esa sensación de miedo por si no llegaban no puedo describirla, pero sí decir que fue esa mezcla entre confianza y miedo. Ese momento se me quedó grabado y desde ahí les hable a los 52 jóvenes. Les compartí que hay que saber dónde vamos, que es bueno tener adquirido en el ADN el ser personas buenas que vuelan con un mensaje de paz, que hay que esforzarse para lograr los objetivos que nos proponemos, que hay dificultades durante el camino y no por eso dejamos de volar, que hay otras palomas que siempre están dispuestas a enseñarnos el camino  e incluso a compartirlo. Y así les conté todo lo que mi corazón quería decirles para esa nueva etapa. Y que, a veces, como nos decía la M. Cándida, hay algunos que se quedan por el camino y no llegan, porque se despistan o por otras razones que no dependen de ellos mismos.

            Pidamos por todos ellos, por todos esos jóvenes que inician una nueva etapa, por sus miedos, por su dudas, por esos momentos donde se sienten solos para que descubran que Dios nunca les abandona, que siempre les espera en su palomar.


            

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