27 mayo 2016

Entidades jesuitas denuncian la vulneración de derechos en Nador y en Melilla

Nador, el enclave marroquí desde el que migrantes y refugiados subsaharianos y sirios tratan de llegar a Melilla, es un infierno. Viven en bosques, en las ciudades mendigan o sufren explotación laboral, están amenazados por un constante acoso policial que barre y quema sus campamentos, reciben palizas (algunas han terminado en asesinatos), padecen violaciones y prostitución forzada, las familias son separadas, hay niños que vagan solos… Un abismo controlado por las mafias, por las que pasa todo intento de llegar al otro lado de la frontera. Y por la policía marroquí, cuyo cometido es evitar que pisen suelo español. Para ello, han creado su propia valla con concertinas y un foso hasta la española de cinco metros. 

Pero, ¿nuestro país es ajeno a todo esto? Según el informe Sin protección en la frontera. Derechos humanos en la Frontera Sur: entre Nador y Melilla, elaborado en base a cientos de entrevistas en la zona por el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) y el Instituto de Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas, aquí nuestro compromiso con los derechos humanos es nulo. 

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