14 abril 2016

Responder al terrorismo - por Raúl González Fabre en Entreparéntesis

Hemos asistido ya a unas pocas versiones del terrorismo, desde aquellas anarquistas de hace un siglo hasta las más recientes del yihadismo. Eso nos ha servido para reunir cierta experiencia colectiva, de la cual podemos sacar algunas conclusiones:



  • El terrorismo es siempre idolatría, en cuanto consiste en sacrificar a personas comunes por una patria, una clase, una religión o lo que sea. No es diferente el terrorismo de motivación religiosa al de motivación nacionalista, sociopolítica, étnica… Todas son idolatrías, todas se apoyan en un nihilismo de fondo, por el que las personas no valen nada al lado de la Causa. Cualquier comprensión sana de la religión, la política, la nación, la lucha social… pone aquello al servicio de la vida de las personas. Exactamente lo contrario que el terrorismo, cuya esencia es el sacrificio humano al ídolo.
  • El terrorismo tiene sus agentes directos y sus apoyos conscientes, que son precisamente quienes son, no una clase genérica. Los que apoyaron a ETA eran quienes apoyaban a ETA, no los vascos, ni los nacionalistas, ni los independentistas… Solo quienes estaban dispuestos a matar o ayudar a matar, esos son. Lo mismo con el yihadismo: ni son los musulmanes, ni los islamistas… El mínimo de colaboración que constituye efectivamente terrorismo es legitimar el matar gente por una causa. Ojo: no sostener una cierta causa, sino estar dispuesto a matar por ella. Declararla sagrada por encima de las personas.

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