23 abril 2016

Instinto de vida y ansia de libertad - por José Luis Pinilla (@jlpinisj)

En estos días de tantos requiebros cervantinos, en víspera de la fecha del 400 aniversario de la muerte de  D. Miguel, quiero volver a Cervantes y hacer mía la locura de D. Quijote para que no se me decaigan los ánimos ante tanta hostilidad y sinvergonzonería en el tratamiento a los vulnerables. En concreto, a los emigrantes y refugiados. Hacer propia la locura quijotesca me parece que es situarse en una forma sublime de cordura, similar a la de un hombre vestido de blanco que se va a Lesbos a acariciar refugiados, a llorar con ellos y a poner en pie su dignidad. Bendita locura que no se evade de la realidad sino que se ancla en ella.
Precisamente Goytisolo, último premio Cervantes (2015), en su discurso de aceptación del premio, nos llevó a esa bendita locura de don Quijote deshaciendo nuevamente “tuertos” y socorriendo a los “miserables”, es decir, “acometiendo lanza en ristre contra los esbirros de la moderna Santa Hermandad que proceden al desalojo de los desahuciados, contra los corruptos de la ingeniería financiera o, a Estrecho traviesa, al pie de las verjas de Ceuta y Melilla que él toma por encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas socorriendo a unos inmigrantes cuyo único crimen es su instinto de vida y el ansia de libertad”.

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