21 febrero 2016

«Lo más duro aquí es la soledad, pero tú la has elegido y está habitada»

Un monje trapense. Ha pasado la mitad de sus 46 años en San Pedro de Cardeña, donde ha encontrado en la clausura, no sin dificultades, a Dios, la tranquilidad y la felicidad junto a un grupo de 12 monjes. 

Dom Roberto de la Iglesia, abad de San Pedro de Cardeña, fue mi compañero de pupitre en el colegio La Salle durante 13 maravillosos cursos. Veintinueve años después, ante él y a solas en la biblioteca calefactada del cenobio, solo observo el paso del tiempo y todavía se me hace raro este monje trapense que mantiene intactos aquella sonrisa y el fino humor con los que siempre le he recordado. Nos conocimos de muy niños, con pantalón corto y pasamontañas de camino a la clase del hermano Blas, y la vida nos separó al filo de los 18 años, cuando cada cual tomó su rumbo hacia su propio destino, que se cruza este febrero por fin nevado... Sorprendentemente, pues nada hacía presentir tales frutos en aquella promoción, la de los nacidos en 1969 (y algún repetidor más), de aquella clase salieron tres sacerdotes... Uno de ellos, Roberto, el hijo de don Eladio, hoy ya con 90 años y que también fue profesor de algunos de nosotros en quinto de EGB, optó por dar un giro radical a su vida hace ahora 23 años: tomó los hábitos, abrió el gran portón del monasterio de clausura y entró a formar parte de otra vida muy distinta a la mía, la de una diminuta comunidad de 13 hermanos (3 más están en otros destinos) que ahora le ha tocado dirigir.

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