27 enero 2016

Roman Kent: «No seas un observador inerte. La indiferencia y el silencio de la gente desembocaron en el Holocausto»

El presidente de la Fundación Judía para los Justos analiza en la Unesco el poder de las palabras: «No matan inmediatamente, pero pueden crear las condiciones en las que la gente pierda sus inhibiciones y llegue a cometer actos horribles (...) Pueden hacer más daño que las balas»

«Maldito judío», escuchó Roman Kent a los niños de su edad, camino de la escuela de Lodz (Polonia). «Era una expresión muy corriente, que usaba mucha gente en esa época, nada extraordinario para mí, pero al usarla aquellos niños me estaban diciendo: "Tú no eres un ser humano". Con esas palabras daban el primer paso para deshumanizarme».
«En el contexto del Holocausto, una vez que ese proceso se ha completado y tú has reducido a la persona a la condición de un ente infrahumano, puedes hacerle cosas que no le harías ni a un animal», sostiene este anciano de 86 años que hoy dará testimonio de los horrores vividos, en el marco del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Kent, que preside la Fundación Judía para los Justos y la Asociación Estadounidense de Judíos Supervivientes del Holocausto, visitará la UNESCO para participar en una mesa redonda titulada «¿Pueden matar las palabras?» en la que se analizará la función del discurso del odio y la manera de contrarrestar el antisemitismo contemporáneo y otras modalidades de expresión de carácter extremista, según anuncia laOrganización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en un comunicado.
«La mayoría de los conflictos comienzan con palabras y, en el contexto del Holocausto, las palabras que utilizó un artífice de la propaganda como Goebbels no pudieron haber sido más potentes. Durante la guerra, los nazis dejaron bien claro que no consideraban que los polacos o los eslavos fueran seres humanos, y que estos se encontraban un escalón por encima de los judíos», señala.

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