21 diciembre 2015

Cuento de Adviento. Ana San Nicolás

 Juanitatxo de camino a Belén

Tranquila y relajada Juanitatxo se durmió profundamente… tan bien se sentía que no se despertó en todo el trayecto hasta que escuchó el silbato, pues la última estación había llegado.
Ahora había que ponerse en marcha, pues para llegar a Belén todavía quedaba un largo camino por recorrer, y este tenía que hacerlo andando.
Menos mal que ahora la mochila de Juanitatxo no pesaba tanto. Decidida en su viaje comenzó a caminar…y caminando, caminando ya casi estaba oscureciendo
-  “qué miedo” pensó Juanitatxo,
- “yo sola en la oscuridad ¿no sé que voy a hacer?”
Tan triste estaba que comenzó a llorar… y de pronto tres sombras muy grandes le alcanzaron, ¡un buen susto se llevó! Pero… ¿sabéis quiénes eran? Los Reyes Magos de Oriente.
-¿Dónde vas pequeña, tan sola por este lugar tan oscuro? Preguntó el Rey Baltasar.
-Voy caminado hacia Belén, que allí va a nacer el niño Jesús y quiero llevarle una mochila llena de besos y amor.
-¡Anda! Qué casualidad, nosotros también vamos hacia allí. Mira, esa estrella nos guía. Ven con nosotros.
Y de ese modo fue Juanitatxo a Belén, junto con los tres Reyes Magos. Llegaron a tiempo para adorar a aquel niñito en aquel pesebre. Allí pudo encontrar tanto amor, sonrisas y felicidad, que Juanitatxo se sintió orgullosa de su largo viaje de Adviento, de estar despierta y atenta en ese largo camino, de llenar su mochila con sólo lo necesario y desprenderse de lo que no lo era tanto. Se sintió muy orgullosa también de haber caminado con alegría y sin miedo hasta encontrar el pesebre.

¡Y colorín colorado el Adviento ha terminado y la Navidad ha comenzado!

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