Se acerca el 9 de agosto, día que suena a fiesta, a
celebración, a memoria de una mujer que vivió a fondo el tiempo que le tocó
vivir, y a la que podemos acercarnos como aprendices. Nuestros ojos, deseos,…
parecen centrarse en ella y sin embargo si realmente le mirásemos nos daríamos
cuenta de que ella apunta a otro lado.
Sus ojos, sus pies, sus manos,… están fijos en
otros. Fijos en quienes le rodean y fijos en quienes están lejos pero de
quienes nos llegan noticias de supervivencia y lucha por sobrevivir. Corazón
acogedor, expandido, siempre lleno, siempre abierto… invitándonos a hacer sitio
en nuestra mesa, en nuestra casa que no es otra que nuestra vida… a poner en
lugar privilegiado a quienes se acercan y aquellos que no lo hacen pero lo
necesitan. Si realmente le mirásemos nos daríamos cuenta de que ella apunta a
otro lado.
Momentos de desconcierto son los que le tocó vivir,
experiencias unas de rechazo, otras de aceptación de quienes deseaban y
buscaban “otra cosa”,… y ante todo ello sus ojos, sus pies, sus manos… están
fijos en Otro. Fijos en quien descubre otros estilos de relación, otras
propuestas de sociedad, otra reverencia a la Creación,… y desde ahí no le brota
otra expresión que “en Jesús todo lo tenemos” porque en Él descubre el valor
indiscutible de lo humano, en Él encuentra el valor para seguir adelante siendo
aporte ¿insignificante? que ayude a emerger lo nuevo que ya está brotando. Si
realmente le mirásemos nos daríamos cuenta de que ella apunta a otro lado.
Por Ana Zubiri FI
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