Carta nº 281 Junio 1904
“Sea buena; tenga mucha paciencia”
Esta semana se
cierra de nuevo un curso. Incluso algunos ya lo habrán terminado. Y, como
siempre, la M. Cándida se hace presente y nos pone deberes para el verano:
-
Sé bueno, sé buena persona, sé tú mismo y disfruta de
la vida, de tantas cosas que se te ofrecen todos los días. No se trata de
triturar todas esas cosas y sacarles el líquido tan preciado que llevan dentro,
se trata de disfrutarlas, de verlas, de sentirlas y de hacer lo mejor que
puedas para que otros puedan disfrutarlas también. Y eso se hace siendo bueno.
Se trata de disfrutar de ese amanecer que por estar trabajando no has podido,
se trata de estar mucho tiempo con un café, ya que las prisas del curso no te
lo han permitido, se trata de trasnochar un poco y pensar que al día siguiente
no hay cole, se trata de saborear los momentos que surgen porque, da igual la
edad que tengas, da igual lo que pienses que te queda aquí, da igual;
simplemente la vida es para todos igual de preciosa.
-
Ten paciencia. Que virtud tan olvidada y, a la vez, ten
necesaria. Que desesperados que vamos durante el curso. Hay veces que los
acontecimientos te pasan por tu lado y sientes que todo esto va muy rápido. Y
tú lo intentas pero el ritmo es rápido, y tú intentas poner frenos y hay días
que lo consigues y otros que no. Por eso para estos días diferentes la M.
Cándida nos pide tener paciencia con los cambios que nos vengan, pero sobre
todo nos pide ser pacientes con todo y con todos. Con ese horario relajado que
no entiendes, con ese servicio en la cafetería que llega un poco tarde y además
tú no tienes prisa, con los vecinos, con los hijos, con….
No son
deberes fáciles, pero qué bien nos vamos a
sentir cuando volvamos y hayamos logrado un poco de ellos. Y no son
muchos, ya que a veces la cantidad hasta
nos puede abrumar. No, tranquilo, recuerda que sólo son dos, y los dos van
relacionados con el sé.
Resumen: Sé
bueno y paciente.
Buen final de
curso, buenas evaluaciones, buena formación. Porque en esto del ser da igual
que pienses que estás arriba o abajo, da igual. Lo importante es que sepas que
eres preciado para Dios sin importar donde pienses que te encuentras.
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