15 junio 2015

PERLA ESCONDIDA EN LA CARTA Nº 280

Carta nº 280      Junio 1904
“Me alegro de que hagan los Ejercicios como usted dice. Procuren sacar mucho fruto”

            Al leer  la perla de esta carta me vino a la cabeza una noticia que leí hace unos días:

El presentador del programa de Discovery Max 'Wild Frank', Frank Cuesta, ha anunciado que se marcha con sus hijos a un templo budista durante al menos un mes. Lo ha hecho este sábado a través de las redes sociales, donde ha explicado que lo hace para "limpiar tanta rabia acumulada".

            Por encima de todos los condicionantes mediáticos, por encima de todas las apreciaciones acerca de la noticia, me quedo con la experiencia y sobre todo con la necesidad que tenemos de desconectar y encontrar espacios y tiempos para pensar, para recuperar la maltrecha alma y sentir el equilibrio. Es necesario. Cada uno puede encontrar ese espacio donde quiera, pero existen los Ejercicios Espirituales como herramienta para recuperar algo perdido, para enderezar algo torcido, para crecer por dentro.

            Al acabar el curso puede ser una  época para descansar y reflexionar. No es para parar del todo, sino para seguir entendiendo que necesitamos cuidarnos por dentro. Hoy está de moda las carreras, los runners, todo lo relacionado con este mundo de caminar y correr como herramienta para mejorar el cuerpo. Y es genial. Sólo lanzo la pregunta de qué hacemos con la parte del alma.

            Hay momentos que desconectar de lo rutinario, e incluso de lo diario, es bueno. Y es bueno porque no es una huida cobarde de los problemas, sino más bien tomar un poco de distancia para afrontarlos de otra manera, para entender la vida de otra forma, para poner el Evangelio por delante de muchas tonterías que ocupan nuestra cabeza y nuestro corazón. Ese es el auténtico descubrimiento, ese es el auténtico mantra, ese es el auténtico camino que da la felicidad. Y esto no significa nada contra otras opciones. Pero es decir alto y claro que Dios está ahí, que es camino, verdad y vida, y que las meditaciones, los retiros, son momentos de encuentro con Él muy necesarios. Y hay algo garantizado: siempre se sacan frutos. Como en la huerta, unas veces muchos, otras poco y otra hay que esperar pacientemente a que el árbol haga su trabajo. Así es Dios.


           

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