15 junio 2015

El PAPEL del CAMBIO

La recién elegida alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, deslizó durante la campaña electoral que planeaba poner en marcha una moneda social local. La idea básica es que tenderos y particulares puedan cambiar euros por una nueva divisa que se cree en la ciudad y que sirva para dar salida a productos o servicios a menor coste o con ventajas añadidas. Los empleados públicos también podrán cobrar una parte de su sueldo en la nueva moneda. Joan Ribó, el flamante alcalde de Valencia, de Compromís, también propuso en campaña la creación de una moneda social. Estas divisas especiales serían convertibles a la moneda oficial del país, a tipo de cambio paritario, para facilitar su uso.
Los proyectos de Barcelona y Valencia no son revolucionarios. En realidad cuentan con abundantes precedentes: la libra de Bristol en Reino Unido, el chiemgauer de Baviera (Alemania) o el sol-violette de Toulouse (Francia). Dentro de España, hay otras monedas locales, como el ekhi de Bilbao, el res de Girona o el puma de Sevilla. No hay dos divisas iguales. Algunas se limitan al ámbito de una ciudad y agrupan a un número reducido de empresas y ciudadanos —200 negocios y 2.000 particulares en el caso de la divisa francesa; o 600 compañías y 3.000 particulares en el de la alemana—, y otras, como el wir de Suiza, incluyen 45.000 empresas y se usan en todo el país.
Por David Fernández Guerrero

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